La cultura del Caribe norte de Nicaragua
se refleja en sus bailes, danzas, canciones, leyendas, gastronomía, etc.; pero
hay un aspecto de esta cultura que vamos a resaltar en esta plática con
Ustedes: sus viviendas.
La vivienda Misquita y Mayangna, las
etnias originarias de la costa caribe norte de Nicaragua, se caracteriza por
ser construida sobre pilotes de madera resistente a la humedad; normalmente
cuenta de tres ambientes: sala, dormitorio y un pequeño anexo que se utiliza
como cocina. Toda la estructura se construye de madera.
Los techos, que antes se hacían
exclusivamente de palma, entre ellas la palma llamada “papta”, ahora se construyen con láminas de zinc, que son pintadas
con pintura anticorrosiva, principalmente de color rojo, para la resistencia al
ambiente húmedo, a veces salino, propio de la costa caribe.
El piso de la vivienda, al igual que sus
paredes, se construye de madera. Una tradición muy importante de las etnias
indígenas originarias, es mantener sus viviendas muy limpias. Así que, no se
acostumbra andar con calzado dentro de ellas; por lo que las botas con lodo se
dejan sobre los escalones o en el balcón de la misma. El piso se encuentra, a
menudo, a una altura mayor de 1.5 metros sobre el suelo; para evitar la humedad,
o como medida preventiva ante las frecuentes inundaciones.
El área del balcón es un espacio
utilizado para colgar las hamacas, o para sentarse en las bancas de madera al
atardecer; las familias que no tienen balcón en sus viviendas acostumbran
sentarse en las escaleras. En el balcón se protege a los niños de caídas con
barandas de madera, aunque hemos visto también de bambú.
Siempre que se puede, la vivienda se pinta
con colores vistosos, que recuerdan la vistosidad de la naturaleza que aún
sobrevive en esta región; aunque los colores más frecuentes son el naranja y
verde, pintados con una delicadeza que nos recuerdan los cuadros primitivistas
caribeños.
La parte de debajo de la vivienda, es el
área de los animales: ahí, gallinas, patos, cerdos y perros, se acomodan
durante el día para protegerse del sol y la lluvia. Así que todo es funcional,
y pensado para que en un espacio mínimo se brinde la comodidad necesaria a la
familia y sus animales.
Normalmente los pueblos originarios no
cercan sus viviendas ni sus terrenos; esa práctica que, comienza a aparecer en
algunas comunidades, se debe a la influencia cultural de los pobladores
mestizos que llegan desde el interior del país. El patio que queda frente a la
vivienda se cultiva con cocoteros, mangos, fruta y semilla de pan, lo que
termina de dar el matiz, claramente caribeño, a las comunidades.
Tanto en los cayos, en el litoral
costero, en la sabana de pinos caribes, en los llanos inundados y en las áreas más
altas, como en el sector de las minas; las viviendas se hacen sin mucha
diferenciación.
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